Era de noche, cuando corrí por las calles, segura de que el corazón que latía en mi pecho no era mio. Al contrario de mi, este estaba calmado y pasible ¿o era así como un corazón actuaba ante la inminente muerte?
Tropecé con una roca, y estuve a punto de caer, mis manos me sostuvieron contra la pared. Estaba segura que mis rodillas no soportaran más golpes.
La noche me cubría, me escondía pero eso no me causaba ninguna tranquilidad. Como a mi, la noche también era aliada de mi perseguidos.
Un murmullo, por sobre mi cabeza hizo a mi piel erizarse con anticipación.
Inhalar
Exhalar
Repetir el proceso era vital, importante, mi sangre debía fluir por el resto de mi cuerpo. Una risa burlona se vino con el viento, mofándose de mi precario estado; mire por sobre mi hombro, con mi expresión estoica ¿Y donde estaba el pánico? Seguramente completamente perdido en algún otro lugar mejor, nunca fui realmente buena para responder a las situaciones.
Un paso mas, para alejarme, pero en lugar de hacerlo, me acerque inconscientemente, dos brazos se cerraron sobre mi como flor carnívora que atrapa al insecto.
—Cuidado, mon amour, es peligroso no mirar hacia delante— la voz era sedosa, tranquilizadora...incitadora. Suspire, aliviada en lugar de aterrorizada. Aquí estaba, no importaba cuanto huyera, mi cuerpo corría a el en lugar de huir.
Su aroma
Su frió
Su arrogancia.
Todo era lo que yo siempre espere, como tonta mire hacia el; su rostro era esa perfecta forma que yo también conocía, aunque cruelmente desfigurado por esa horrenda cicatriz que pasaba por su frente, nariz y mejilla izquierda.
Pero eran sus ojos, esos ojos color muerte que me miraban entre las sombras de la noche lo que me dejaron estancada. Mis brazos lo rodearon antes de darme cuenta de lo que hacia y mi cabeza cayo laxa hacia un lado para permitirle perforarme. Su risa triunfal fue para mi una muestra de gratitud que regodeo a mi ser, mientras el lamía con sexual deseo mi piel pensé, de forma lejana, que muchos envidiaran morir de esta forma.
Alguien grito, y nunca note que fueron mis labios los que perforaron la noche con ese desgarrador grito cuando el clavo sus dagas en mi, robándome todo...robarme ¿desde cuando se considera robar, algo que es dado por voluntad?
De estar en mi cabales, lo hubiera empujado y corrido,de estar en mi cabales no habría salido de noche, de estar en mis cabales no hubiera amado a la muerte.
Pero el me robo mi razonamiento, como un conejo deslumbrado por la luz, permití que hiciera lo que quisiera de mi.
Y así, morí en sus brazos.
A.M. Veindeck
