El Closet donde vivía es particular…
A principios de este año,
vi una de las platicas TEDX que tanto me encantan ver en Youtube aunque
probablemente nunca lo admitiría si me lo preguntan directamente; de todas las
que vi puedo recordar unas cuantas que me han marcado aun cuando todas tienen
ese hilo dorado que te hace ver las cosas desde una perspectiva más profunda
pero la que estoy mencionando me viene como anillo al dedo para lo que quiero
hablar hoy. Se titula Coming out of your closet
por Ash Beckham, en resumen habla sobre el hecho de que independientemente de tu
sexualidad todo mundo tiene un closet donde se oculta de sí mismo y los demás,
lo más hermoso que puede poseer.
Escuchar esas palabras fue
solo un eco de mis propios pensamientos.
Verán, siempre he apoyado la libertad de amar a
quien sea tu gusto amar, sin importar el sexo y como muchos, creo que decir “gay”
u “homosexual” está mal, cuando solo son personas amando personas y todos
tenemos derecho de amar a quien queramos y vivir como queramos; por ese motivo quizá
me he llevado un par de “incómodos” momentos en que las personas me miran con
desconfianza o me preguntan directamente si soy lesbiana, la sospecha nunca se
va de sus ojos incluso cuando respondo
que no (una vez, por puro aburrimiento dije que si). No es que todo mundo sea homofóbico,
muchos aun no saben cómo responder ante ello y no se los reprocho, estamos tan
habituados a reprimir nuestros impulsos naturales por eso que llamamos “civilización”
que cuando alguien no lo hace, lo miramos con envidia que se transforma en odio,
así es como veo a los homofóbicos reales, los que usualmente me causan más lástima
que desaprobación.
Las personas que tienden a
odiar a otros por ser quienes son, usualmente es porque se odian mas a sí
mismos.
La verdad, nunca me he
molestado en explicarle a nadie cual es el motivo por el que apoyo esta causa y
es muy simple: Se lo que es vivir en un closet. Aunque el mío no tiene arcoíris
como el de otras personas, si no que está lleno de letras, ideas, voces
secretas y una vasta imaginación que me cuesta apagar. La gente me clasifica de
distraída pero lo que no saben es que la mayor parte de mi vida, vivo en una
subrealidad rodeada de personajes que estoy casi segura que viven en alguna
otra dimensión desde donde cuyas voces y vidas solo yo puedo oír y ver.
Soy escritora.
Nunca olvidare la primera
vez que lo supe sin saber, mi madre sacaba una máquina de escribir que le habían
dado en garantía por un prestado que nunca le devolvieron, yo tenía unos siete
años y ver ese aparato rudimentario fue como encontrar una de las siete
maravillas del mundo. Mi madre me dio una rápida clase de taquigrafía y me
enseño como usarla, desde ese momento, no la soltaba aunque no hiciera más que
escribir mi nombre una y otra vez, escuchar el “tac, tac” de las teclas era música para mí. Una
mañana estaba frente a esta cuando comencé a escuchar a una de esas voces que
susurraban, hablandome de una chica que volaba y que conocía tierras lejanas,
desesperada, escribí tan rápido como mis dedos me lo permitían para no perder
la imagen mientras mi mente repetía una y otra vez “Quiero que cuando alguien lea esto, sienta que está volando…quiero
crear una emoción, un recuerdo a partir de estas palabras que tengo”.
Tristemente para mi, unos días después, mi padre encontró ese escrito y al leerlo,
sonrió y me dijo orgulloso que quien soñaba con volar, llegaría muy lejos en la
vida.
Que chasco me lleve.
No culpo a mi padre por
eso pero cuando eres niño no sueñas con llegar lejos y al decirme eso, pensé: “Oh, he fallado…no conseguí hacerlo volar”.
Convencida, decidí que nadie volvería a leer mis letras ¿Si no podía conseguir
hacer volar a mi padre, como haría volar al resto del mundo? Y los años pasaron
y solo escribí en secreto, deseche la idea de los escritos y me dedique a poner
en papel esas palabras, versos mal formados que se venían a mi mente y que me
picaban como una comezón que no puedo eliminar pero sin decirle a nadie que me
picaba.
Antes de que frunzan los
labios déjenme explicarme, desde niña los libros y las letras llamaron mi
atención pero a mi alrededor la gente no
leía, desechaban los libros como si fueran una pérdida de tiempo y los
escritores, vivían en un mundo a años luz del mío, escuchaba de ellos pero como
a los unicornios, nunca los había visto por lo tanto, la idea de hacer la
escritura mi forma de vida no era si quiera una posibilidad.
Me ocupe de buscar “lo que
debía hacer” porque mientras todas mis amigas ya sabían a qué se iban a dedicar,
yo seguía disfrutando de subir al techo de mi casa y quedarme horas observando
el cielo estrellado mientras pensaba en todos esos universos que mi mente
creaba para relatarme historias sin fin pero debía detenerme. Mis padres y todo
mundo decían: debes estudiar algo que te deje dinero en el futuro, deja de
soñar y pisa fuerte en la tierra. Si actuar estaba fuera de cuestión, como mi
madre una vez me dijo, escribir ni siquiera era, otra vez, una posibilidad.
Pero escribir era tan esencial
para mí como los huesos de mi cuerpo y no podía renunciar a ello solo porque
si, las letras nunca me dejaban incluso cuando lo intentaba. De nuevo, me
encontraba ocultando lo que era parte de mí por temor a ser juzgada por ello, a
que la gente me dijera que estaba mal lo que yo deseaba, lo que me hacía feliz.
Durante los años del
bachillerato, nunca hable con nadie sobre mis letras, escondía todo lo que escribía
en borradores que guardaba como si fueran un tesoro, pensando que si un día me
iba, era lo único que me llevaría. Fue casi cuando iba a terminar el
bachillerato y otra vez me preguntaban, más seriamente, que quería hacer con mi
vida que no volví a plantearme de nuevo escribir pero de nuevo, me recordaron
que debía pisar fuerte y dedicarme a un trabajo bien remunerado (Doctora, licenciada,
administradora, etc) Y aunque muchas carreras me llamaban la atención por mera
curiosidad, nunca me hicieron sentirme viva como solo mi hobby me lo permitía.
No voy a hacer más larga
mi historia, llegue a la universidad estudiando una carrera aprobada por la
sociedad porque seguía temiendo salir de mi closet pero este se ha ido llenando
de letras que me asfixiaban.
Y como muchos, quise
destruir esa parte tan esencial en mí pero no pude.
Me aleje de las letras
pero ellas siempre volvían en mi, envolviéndome en un lugar donde he recibido
el calor del hogar y creía de nuevo que podía dedicarme a escribir para mi,
solo por el placer de hacerlo pero entonces, una noche todos los personajes que
hasta ahora había creado, se presentaron ante mí y me preguntaron con seriedad “¿Cuánto más nos negaras conocer el mundo? ¿Qué
pasara cuando tu ya no estés y nadie este para recordarnos? ¿Quién más nos
amará cuando ya no estés para hacerlo? ¿Quién nos cuidara cuando estés?.”
Llega un punto en la vida
de todo escritor en el que el deja de existir
y todo lo que queda es esos personajes que nacen de su alma, quizá el
nombre de su creador se quede olvidado en la historia pero esos pedazos de su
alma, no.Todo mundo sabe quiénes son Romeo y Julieta aunque no todos sepan quién
es William Shakespeare y aun así, es tan inmortal como sus personajes.
Así que empecé a desear
eso para mis personajes: Una vida que precediera la mía. Aun así me tomo mi
tiempo decidirme por completo, gritar a los cuatro vientos que soy escritora
aunque nada de mis escritos haya sido publicado aun y hay una alta probabilidad
de que nunca lo sean ¿Quién sabe? Pero no me importa, me esfuerzo porque en mi
mente esos personajes son reales y necesitan existir en la mente de otras
personas. Ellos quieren conocer a esas personas en cuyas vidas intercederán.
Quizá no es el mejor
momento, quizá debería seguir de nuevo el consejo de algunos que dicen que lo
deje como hobby y me ponga a trabajar pero aquí está el detalle: Ya me canse de
dejar como hobby algo que es tan esencial para mí. Como dije, estoy consciente
de que es un camino cuesta arriba y lleno de fracasos pero ¡Hey!… tengo un gran
grupo de compañeros que están dispuestos a ayudarme a hacerlos reales para el
mundo.
El closet está abierto,
las letras están desparramadas y yo estoy dispuesta a ver a donde me lleva este
deseo.
Otra cosa descubrí y fue
que, cuando niña envidiaba a los que parecían saber con certeza lo que querían
ser. En mi libro favorito leí que algunos nacen sabiendo para lo que están
hechos y el resto solo da tumbos en la vida hasta encontrar algo que se adapte
a ellos. Toda la vida creí pertenecer al segundo grupo y sin embargo, hoy veo
que en realidad siempre fui de los primeros pero fui demasiado despistada para
ver lo obvio, rechazando la conclusión por temor a lo que otros dirían: Que era
una locura intentar ser uno de esos seres mitológicos que siempre admire.
Probablemente ya están
cansados de que me haya puesto tan dramática y sentimental, quizá no quieran leer
esta historia pero es la verdad y con ella solo quiero hacerle saber, si es que
aun no lo saben: Sigan aquello que hace que su corazón se acelere al mismo
tiempo que entra en paz. No se encierren en su closet, cual sea que sea.
Un beso, que tengan buenas
lunas…
A.M. Veindeck